lunes, 10 de septiembre de 2012

LA OTRA



Ota se había roto una pierna. La pierna rota de Ota tenía una bota que no usaba. La otra, tenía otra bota muy parecida, que sí usaba.

Por las noches, la bota que se quitaba Ota, se quedaba a la entrada y Ota se iba a la cama con sus dos piernas, una rota y la otra no. La otra bota estaba guardada en una caja en el armario, esperando a que la pierna rota de Ota, ya no lo estuviera.

Un día, después de muchos, Ota sacó la otra bota de su caja en el armario. Se la puso. Y se puso la bota de la entrada. Y ya no se parecía en casi nada a la otra…

Ota se compró un par de zapatos nuevos, sin cordones, sin tacones, sin punta. Con lengüeta y sin envidias. Un par de zapatos nuevos que no cojeaban.

O que cojeaban por igual…

Son de Otomar Sedivy