viernes, 26 de octubre de 2012

EL SECRETO (CON INÉS VILPI)


El secreto de INÉS VILPI



Vente conmigo, que he visto unos pájaros con bigote 
al otro lado del río.

...

Anda, vente, que he visto cuatro gusanos retorcidos,
los he cogido y los he escondido en el tronco seco.

... es que ...

Venga, vamos, que le he puesto una hebra de tabaco en la boca 
a una lagartija 
y está tocando la guitarra.

... ya ... pero ...

Si te vienes conmigo te dejo tocar 
unas piedras marrones y verdes
que me regaló ayer la vieja del puente, 
que me ha dicho que son mágicas.

Y ... ¿... luego...?

Y luego te enseño un sitio secreto que yo me sé 
y no lo conoce nadie.
Pero me tienes que prometer que no lo vas a contar. 
Si lo cuentas ... como se te ocurra contarlo ... 
¡te corto las alas!


miércoles, 24 de octubre de 2012

HEBRA DE LANA VERDE



Se le ha quedado la esquina húmeda de un pañuelo de papel pegada a la comisura de los labios. La sala está ya vacía y una soledad de hojalata le ha atrapado el vestido verde de punto bobo. Una hebra de lana le ha quedado colgando del borde de la falda. Es que las películas que hacen llorar siempre cuentan de alguien que está solo, más solo que la una. Y la soledad de las películas lacrimógenas es también una soledad de pacotilla, de cenicero de bar de copas, de cortina de plástico de ducha de motel barato. No se puede estar solo-sin-nadie cuando hay miles de ojos encharcados siguiéndole a uno los pasos.  De eso sabe más que nadie y por eso le dan tanta lástima las caritas de ángel con el corazón encogido de abandono, las espaldas de los solos de las películas cuando se alejan en busca de un mejor destino en blanco y negro…
                                              
La hebra verde de su falda se ha enganchado en un clavo que se asoma de la madera de la puerta de salida y mientras ella se aleja, un primer plano desnuda sus piernas solas de lechuza blanca.



domingo, 21 de octubre de 2012

UNA JAULA MENOS



Tomó una tiza blanca. Dibujó un círculo a su alrededor y puso mucho cuidado en no dejar ningún punto abierto. Luego vino la lluvia, el viento, la gente que pasaba por allí arrastrando los pies. Él se dio cuenta de que la tiza se borraba con todo aquello. Por eso, volvió a pintar el círculo a su alrededor y esta vez lo hizo con un rotulador grueso permanente que no se quitaba con nada. Además, le puso encima una red para pescar atunes.

Ella no se había movido. Seguía mirando por la ventana de su mundo, que tenía los cristales hechos de cuadraditos de cuerda. Quería ver más allá, pero le habían dicho que la línea del horizonte era solo una cinta que pegaba el cielo con la tierra.

El día que puso su zapato verde al otro lado del círculo de rotulador permanente y logró que le siguiera su pié y su otro zapato con su otro pié, comprendió, como una bofetada de mano abierta, que los límites de la realidad estaban solo y únicamente en la forma en la que él la había dibujado…





LUNARES




Como no deje de soplarme en el oído, creo que me voy a desmayar… Tengo que aguantar por lo menos hasta que terminen de hacernos la foto. Me sopla y me dan escalofríos, me erizo. Se me ponen la piel de gallina, los pelos de punta, los poros silbando. Es que tiene voz de misterio. No hay nadie que susurre como ella. Y cuando murmura en mi oreja, es cuando me doy cuenta de que detrás de la vida hay un secreto. Lo más curioso es que no lo quiero saber. Si me entero, entonces ella ya no volverá a soplarme en el oído y mi piel se quedará tiesa, seca y marchita como un palo…

¡Es que me gustan tanto los lunares de su falda!