Como
no deje de soplarme en el oído, creo que me voy a desmayar… Tengo que aguantar
por lo menos hasta que terminen de hacernos la foto. Me sopla y
me dan escalofríos, me erizo. Se me ponen la piel de gallina, los pelos de
punta, los poros silbando. Es que tiene voz de misterio. No hay nadie que
susurre como ella. Y cuando murmura en mi oreja, es cuando me doy cuenta de que
detrás de la vida hay un secreto. Lo más curioso es que no lo quiero saber. Si
me entero, entonces ella ya no volverá a soplarme en el oído y mi piel se
quedará tiesa, seca y marchita como un palo…
¡Es
que me gustan tanto los lunares de su falda!
Me ha encantado.
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