domingo, 31 de mayo de 2015

ULTIMO REFLEJO

De nuevo me subo por las paredes gracias al gran artista y persona Salvador Lavado. ¡Un placer inmenso!


Detrás del cristal pego todos mis reflejos. Son de mercurio que se derrite y resbala por azulejos y baldosas en bolitas imposibles de sujetar con los dedos.

“Así soy yo”, le dije el primer día, “Si me intentas atrapar en tu red de pescador de agua dulce, desaparezco y soy otra”.

El segundo día quiso guardarme en una caja de música, pero el vals de los cisnes no está hecho para mí.

El tercer intento llega ahora. Voy a probar a dejarme enredar entre las plumas de sus alas. Le he visto acercarse provocando escalofríos en mi piel de azogue, con los colores chillones de pavo real que ahora luce y esa voz de atardecer que hace que no quiera volver a cambiarme de sombrero.

Mi último reflejo no es de mercurio; es de carne y hueso, y huele a mar.



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