La vida se me pone a tiro de bala y me deja entre
las manos el destino de una mariposa azul. Me cuelga alas de plumas y cera que
no se derriten al primer vuelo. Salgo sin escafandra y dejo la puerta abierta
de par en par. Piso los adoquines de la carretera que cuento como mis días, con
un pensamiento único que cose el cielo y la tierra en la línea incierta del
horizonte. Me detengo en la encrucijada que señala un doble amanecer y sigo sin
dudar el camino tras la luz de una mirada que esconde un as en la manga,
haciendo desaparecer bajo su hechizo cualquier rastro del mundo.
Y me falta tan solo una letra para resolver el
damero maldito...
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